Los fenómenos son más virulentos por el cambio climático, de ahí en parte la necesidad de frenarlo. La última década ha afrontado distintas catástrofes naturales que han afectado a millones de personas en todo el mundo que, en muchos casos, aún hoy sufren sus efectos, como el terremoto de Haití, el tifón Haiyán en Filipinas, o el terremoto y deslizamientos en Nepal y el tsunami de Fukushima.
Desde entonces, la gestión de emergencias ha mejorado notablemente, pero la comunidad internacional no ha sido capaz de prevenir y evitar estos sucesos de gran calado que se ven incrementados por los efectos del cambio climático o la pérdida de biodiversidad, aún lejos de frenarse.
A pesar de que a raíz del huracán Micht (1998) y el tsunami en el sureste asiático en la Navidad de 2004 supusieron un antes y un después para las ONG, las agencias de cooperación, gobiernos y todo tipo de entidades a la hora de afrontar y gestionar estas emergencias. Pero, pese a mejorar la capacidad de respuesta, poco se ha avanzado para evitar estas situaciones entre 2007 y 2017. El Haiyán (o Yolanda) en Filipinas, los deslizamientos en Nepal provocados por lluvias torrenciales inusitadas tras un terremoto, tienen como telón de fondo el cambio climático provocado por el hombre y así lo reconoció en su momento por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) o el Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC) de la ONU.
Cada vez, se aprecia con mayor insistencia, una serie de catástrofes naturales. Los últimos huracanes producidos en el año 2017 así lo avalan, con consecuencias dramáticas con las personas y las cosas. Parece como si asistiéramos a una aceleración constante de este tipo de fenómenos, como consecuencia del cambio climático, que hace que tengamos que tener conciencia del problema, sino queremos abocarnos a un precipicio, del que cada día tenemos más cerca. Esperemos que seamos capaces de reaccionar a tiempo, en un camino hacia la lucha contra el cambio climático, que últimamente ha tenido en el Acuerdo del Clima de Paris en 2015, una de las manifestaciones más importantes a favor de este desafío que está adquiriendo el carácter de “existencial”.