La aparición de la tecnología relacionada con los llamados “drones” está despertando un gran interés y expectación en nuestra sociedad. Nadie puede negar, que la aparición y democratización de esta tecnología supone el nacimiento de una nueva era en este ámbito de actuación. Por sus siglas en inglés, la palabra “drone” hace referencia al zumbido que provocan estos artilugios durante su funcionamiento, pero hay que definir claramente, que un “dron” es un robot con cierto grado de autonomía, que puede ser usado y controlado remotamente tanto en tierra mar, aire y espacio.
Más que un objeto volador, acuático o espacial que graba imágenes con su cámara digital, un “dron” representa una infinidad de posibilidades de uso en diferentes tipos de acciones, ya sean de vigilancia, investigación, ayuda humanitaria, medición atmosférica, entrega de mercancías…. Como pasa en cualquier otra tecnología, surgen muchas cuestiones relacionadas con la misma, ya que se pueden provocar incidentes a las personas y las cosas, representar un obstáculo a la privacidad, invadir el medio espacial por el que se despliega, así como generar conflicto de intereses entre quienes ejercen las competencias para ejercer el derecho al vuelo y los nuevos actores que entran en juego como consecuencia de esta tecnología, ya sean usuarios, empresas u otros.
Esto es una auténtica revolución, que está teniendo una serie de consecuencias de diferente índole, ya sean relacionadas con la tecnología, manipulación, software, seguridad…, así como, los efectos que están probando y provocarán en infinidad de ámbitos de actuación, representando al mismo tiempo una oportunidad tanto económica, como social. Ahora bien, todo ello, plantea nuevos retos a la hora de gestionar esta innovación, tanto a nivel de sus diferentes aplicaciones, como sobre todo de una adecuada Gobernanza Institucional que sea capaz de colmar las aspiraciones de todas las partes involucradas en este proceso.