CUP 27 – Noviembre 2022
Una cumbre del clima distraída con los síntomas e incapaz de abordar causas y soluciones
Ni todo el activismo ni todo el trabajo científico y técnico de las semanas anteriores a la COP 27 pudieron evitar la gran decepción que ha supuesto perder la oportunidad de enderezar el rumbo climático. El mero hecho de que el foco se pusiera en compensar las pérdidas y daños por el cambio climático en lugar de centrarse en que dejen de ocurrir revela la escasa voluntad de abordar el origen del problema y de hablar de cuestiones espinosas como las emisiones globales o el subsidio de los estados a los combustibles fósiles.
Hay aspectos positivos o esperanzadores como la vuelta de Brasil a la lucha climática con su nuevo presidente o los acercamientos en materia climática entre China y EE.UU. También se avanza en materia financiera con la llamada agenda de Bridgetown para que el Banco Mundial y el Foro Monetario Internacional faciliten ayudas. El tema financiero se complica, va lento, pero vemos que avanza. Algo es algo.
Las renovables producen energía eléctrica de forma más económica que los combustibles fósiles en dos tercios de los países del planeta y sobre esta base se están alcanzando acuerdos y pequeños avances para la necesaria transición energética global. Aunque Alemania y otros países desarrollados vuelven al carbón, otros como Sudáfrica, Vietnam o Senegal lo van abandonando gracias a fondos para una transición justa.
La gran cantidad de litigios (más de 2000) por incumplir el acuerdo de Paris, por greenwashing, por contaminar o por violar derechos humanos están demostrando que la acción climática es un deber legal, no una opción voluntaria o ética. La gran decepción la aporta el hecho de que los países no llegaron a un acuerdo para la eliminación progresiva de todos los combustibles fósiles. La eficaz tarea de presión de las industrias del petróleo y de los países productores fue un gran jarro de agua fría para activistas, científicos y en general ciudadanos preocupados por el ritmo de calentamiento de la atmósfera.
El límite de calentamiento de 1,5C sobre la era preindustrial decidido en el Acuerdo de Paris de 2015 se sigue mencionando, pero ya sin fundamento, sin agenda ni medidas concretas, por lo que todo apunta a que se rebasará. El objetivo ahora es que no se rebase por mucho, ya que tal como acabó la anterior COP en Glasgow, nos dirigíamos a un calentamiento de bastante más de 2C.
Hay mucho trabajo para la próxima COP. Quizá demasiado si juzgamos por lo pequeño de los avances que se logran en circunstancias como las actuales en una COP. Especialmente urgente es romper el círculo vicioso de países desarrollados y no desarrollados que quieren desarrollarse, las emisiones históricas y el papel de los nuevos grandes emisores como China y la india. Este círculo vicioso sumado a las inercias económicas, las tensiones geopolíticas, la escasez de recursos y las presiones de los grupos de interés hace imprescindible dosis extra de valentía y honradez por parte de los representantes políticos de cara a abordar con seriedad la crisis climática no solo en la próxima COP sino a lo largo de todos los meses que median entre una COP y otra.