La crisis del agua es un problema de carácter mundial. Diferentes factores relacionados con la demografía, el suministro y de la demanda de agua, unido a las infraestructuras, el crecimiento y sobre todo la insuficiencia de la misma, conforman un escenario propicio para el desarrollo de experiencias innovadoras en esta materia. Las Naciones Unidas llevan mucho tiempo abordando la crisis mundial derivada de un abastecimiento de agua insuficiente y la creciente demanda de agua para satisfacer las necesidades humanas, comerciales y agrícolas.
Hay suficiente agua dulce para todo el mundo; sin embargo, debido a la mala situación de la economía o a una infraestructura deficiente, millones de personas (la mayoría niños) mueren a causa de enfermedades relacionadas con un abastecimiento de agua, higiene o saneamiento inadecuados.
La escasez de agua es un problema que afecta a más de un 40% de la población mundial y se prevé que aumente. Se estima que 783 millones de personas no tienen acceso a agua limpia y que más de 1.700 millones viven actualmente en cuencas de ríos en las que el uso del agua supera su recarga. Para reforzar aún más la acción mundial para cumplir los ODM relacionados con el agua. En efecto, el derecho al agua, se ha convertido en uno de los hitos más importantes por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, juntamente con el saneamiento.
La Asamblea reconoció el derecho de todos los seres humanos a tener acceso a una cantidad de agua suficiente para el uso doméstico y personal (entre 50 y 100 litros de agua por persona y día) y que sea segura, aceptable y asequible (el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos del hogar), y accesible físicamente (la fuente debe estar a menos de 1.000 metros del hogar y su recogida no debería superar los 30 minutos).
Las Naciones Unidas consideran que el acceso al agua y el saneamiento es una prioridad y así lo refleja en el Objetivo de Desarrollo Sostenible. Está claramente vinculado con la salud, la seguridad alimentaria, el cambio climático y la resiliencia a los desastres.
Por su parte, en la UE nace la Directiva Marco del Agua (DMA) como respuesta a la necesidad de unificar las actuaciones en materia de gestión de agua. Otras Directivas complementan legislación, entre ellas, las que hacen referencia al establecimiento de la calidad para las aguas destinadas al consumo humano, protección de las aguas subterráneas, aguas de baño, etc.