El desarrollo sostenible del sector energético en la Unión Europea y en el mundo, en lo que afecta a aspectos medioambientales y de la seguridad de suministro está fuertemente relacionada con la mejora de la eficiencia energética. En este contexto los sistemas de cogeneración o sistemas de diferentes organismos internacionales, entre ellos la ONU y la UE, están preocupados por la gestión de los residuos. Así la ONU manifiesta que el desarrollo urbano, la industrialización y el crecimiento económico han aumentado de manera alarmante la generación de desechos, por lo que los gobiernos, especialmente los de países en desarrollo, luchan por afrontar esta situación. Mejorar la gestión de residuos es el objetivo principal del plan “Gestión integral de residuos sólidos para el desarrollo sostenible inclusivo” de la Iniciativa de Medio Ambiente (IPMA) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Por su parte, Europa genera más de 2,5 millones de toneladas de residuos al año. Esto equivale a una media de casi cinco toneladas por habitante, 4.984kg. Más de la mitad de estos residuos (un 63%) son minerales y provienen de la extracción minera y la construcción. Según se recoge en el último balance presentado por “Eurostat” la oficina estadística europea, en la Unión Europea (UE), la cantidad de residuos urbanos generados por persona en 2014 ascendió a 475 kg,un descenso del 10% en comparación con el máximo de 527 kg por persona en el año 2002. Desde el año 2007, la generación de residuos municipales por persona ha disminuido constantemente en la UE por debajo de su nivel de mediados de 1990.
Aunque muchas veces el enfoque se pone en el ciudadano, sólo el 8% de los residuos proviene de los hogares europeos. Si se cuentan solamente los residuos urbanos, cada ciudadano español genera de media de 448kg de basura al año, seis veces más que su peso medio, de alrededor 70kg. Esta es una gran cantidad de residuos que ponen en juego la capacidad de los países europeos para gestionarlos. En este contexto, el Parlamento Europeo ha aprobado una serie de medidas para pedir a la Comisión Europea que ponga en marcha la llamada economía circular.
Es decir, el uso de los residuos para generar nuevos materiales, lo que a la vez generaría más empleo, beneficios económicos y contribuiría al medio ambiente. Las medidas se centran en cuatro puntos: la gestión de los residuos municipales, los vertederos, el empaquetado, y los vehículos, baterías y residuos de equipamiento electrónico. La mayoría de estos residuos que generamos van a los vertederos y se quedan en suelo europeo por años. Aunque la Unión Europea limita el uso de vertederos al 35% y prohíbe la eliminación de residuos no tratados, muchos países están lejos de conseguir estos objetivos. De todos los materiales de plástico, vidrio y cartón que sirven para el empaquetado, el plástico es el que menos se recicla. Por ejemplo, las botellas de plástico y las latas podrían ser substituidas por botellas de vidrio las cuales, a la vez, podrían ser reutilizadas con un buen sistema de recogida.
Por lo que hace a las baterías y al tratamiento de los equipamientos electrónicos, aún queda mucho espacio por recorrer. Aunque la obsolescencia programada y el avance constante de la tecnología juegan en nuestra contra, se estima que si se recuperaran el 95% de los teléfonos móviles se ahorraría un billón de euros al año en los costes de material. Minerales que, además, se extraen en zonas en conflicto del continente africano, lo que provoca desestabilización y violencia en la región Una buena gestión y minimización de los residuos, acompañados de medidas colaterales como la puesta en práctica de los principios de la “Economía Circular” se convierte en uno de los desafíos más importantes que actualmente tenemos.