Por definición, un vehículo autónomo es un automóvil capaz de imitar las capacidades humanas de manejo y control, percibiendo el medio que le rodea y desplazándose en consecuencia. Es decir, un coche en el que el ‘conductor’ (que ya no es tal) solo tiene que introducir la dirección de destino y despreocuparse de todo lo demás. Sobre el papel, una de las promesas que nos deja una futura ciudad con el coche autónomo como protagonista es precisamente que no habrá incidentes entre coches, ya que la comunicación entre ellos será total.
Actualmente, utilizan una filosofía de control basada en 3 niveles conceptuales con distintas funciones, pero interrelacionadas entre sí. La primera de ellas es la capa de localización, que ubica al vehículo en un mapa y detecta todo lo que hay alrededor. Para esto utilizan GPS muy detallados y sensores de alta precisión llamados LIDAR.
Las ventajas de estos sensores son evidentes, ya que detectan todo lo que hay alrededor, desde señales hasta humanos. ¿La desventaja? El precio. Y es que son especialmente caros para emplearlos en un coche comercialmente viable. En segundo lugar tenemos la capa de planificación, que, como su propio nombre indica, planifica los siguientes movimientos de un coche. Finalmente se encuentra la capa de ejecución, que se limita a realizar lo que le dice la segunda capa. Pero todo esto requiere un cambio enorme para la industria del motor, y por eso la fecha que fijó en su momento para comercializar estos vehículos entre el público es 2018.
Las ventajas de los coches autónomos son evidentes, ya que se prevé que en 2050 se reduzcan en un 80% los siniestros. Por consecuencia, se prevé que baje el precio de la prima del seguro y por eso las aseguradoras tendrán que reinventarse. Pero si hay algo que aún no está claro es quién será el responsable en caso de accidente.
Se trata de un escenario en el que aún no está establecido con claridad, ya que habrá que determinar qué parte de culpa es del conductor y cuál es la responsabilidad del vehículo. Es decir, qué parte del coche ha fallado, ya sea software, GPS, fabricante, etc. Ahora bien, este desafío está relacionado con otros, o mejor dicho, este desafío depende de otros, así por ejemplo la llamarada solar más potente en 12 años que se ha detectado este mes de Septiembre de 2017 degradó los sistemas GPS durante una hora.
La actuación del ser humano en relación con el calentamiento global, así como el impacto de una posible guerra nuclear, puede tener sobre nuestro ecosistema un impacto de consecuencias inimaginables que pongan en “jaque” a la humanidad, y hagan inútiles a la ciencia y la investigación.