Hoy día, creo que nadie niega algunas preocupaciones evidentes, ya sean ambientales, ecológicas, energéticas, seguridad…hasta los desafíos tecnológicos que no hacen más que plantearnos nuevos retos e incertidumbre en un planeta a la deriva. En muchos casos, nos preguntamos sorprendidos cómo hemos llegado a la situación de perplejidad en la que nos encontramos donde lo único que importa en muchos casos es crecer de cualquier forma, ya sea en la economía, ya sea en otras áreas, siempre más y más, pero no tanto, se busca la innovación, la colaboración y la gratitud ante lo único y más valioso que tenemos delante: el hábitat de nuestro planeta tierra.
El conocimiento, la curiosidad y la incertidumbre se hace presentes en nuestras conciencias, sin que conozcamos a ciencia cierta qué nos va a deparar en un futuro relativamente próximo y cuáles van a ser las consecuencias de estos desafíos, así como el papel que la ciudadanía y la gobernanza van a jugar en ese proceso. Un futuro complicado e incierto al que se añade por otra parte, dos bloques de países con reglas económicas, comerciales, militares y geopolíticas diferentes que caminan sin entendimiento en un contexto de amenaza bélica a gran escala.
Donde nadie bastará para hacer todo lo necesario en materia de desarrollo, la respuesta en muchos casos es el odio y la confrontación ante un deseable mejor escenario de entendimiento para luchar ante el enemigo común como son los peligros potenciales derivados de los desafíos ambientales, climáticos y de salud ante posibles nuevos virus, e incluso los peligros derivados del cosmos y de la basura espacial, que nos aleje del actual escenario de amenaza de guerra como el que tenemos en la actualidad.
Ante este panorama que nos rodea, se echa en falta una adecuada gobernanza por parte de muchos países del mundo que sean capaces de encontrar algunas de las claves que debiéramos adquirir para proveernos de soluciones para un orden global sostenible, justo y pacífico, donde la tecnología, la ciencia y la inteligencia colectiva, uniendo fuerzas, forman parte de este proceso de cambio para tener un futuro más brillante y sostenible. De esta forma, los objetivos de desarrollo serán alcanzables; de esta forma, el éxito será de todos nosotros y, de esta forma, cada uno ocupará el lugar que le corresponde.
Tenemos la necesidad de proveernos de un pensamiento circular en el que se fundamenta los desafíos del desarrollo urbano moderno bajo nuevos comportamientos, aptitudes, ideas, nuevos productos y servicios sostenibles, junto al despliegue de las tecnologías emergentes, en enfoque renovado de los modelos de desarrollo económico, innovación social y una adecuada Gobernanza, forman parte de este proceso inevitable de cambio.
Mientras tanto esto ocurra, la política, la tecnología, la ciencia y el progreso caminan por vías dispares con diferentes intensidades donde se aprecia fácilmente como la tecnología va muy delante de la política. Así puede verse como la IA opera a escala sin precedentes y evoluciona rápidamente con capacidades importantes para encontrar soluciones a múltiples problemas reales. De la misma forma, el desarrollo de modelos de IA abiertos para ser utilizados y mejorados por cualquiera puede permitir la obtención de beneficios tanto sociales como económicos, así como alentaría la autosuficiencia tecnológica de los países.
Un ejemplo de ir más allá de la burocracia hacia nuevas formas de manifestación de la innovación en materia de Gobernanza la tenemos en las actividades que desarrolla el «Center Belfer de la Escuela Kennedy de Harvard» como un centro de referencia que aúna los conocimientos científicos y tecnológicos de científicos y tecnólogos con conocimientos políticos con el fin de dar respuestas a los nuevos escenarios geopolíticos y desafíos derivados de las tecnologías emergentes a través de una adecuada Gobernanza Global.